
Podríamos
decir que Jesús no era Dios y que por eso llevamos mas de 2000 años en una
lucha fratricida que solo nos aleja de la justicia y la felicidad, también
algunos dirán que el mal también existe y que de aquí surge nuestro infortunio.
Los peores, los hipócritas, dirán que esta vida es una prueba para lograr la
próxima y nos tocó para sobrellevarla.
La
verdad que el reino de los cielos en la tierra, con justicia y felicidad, era
próximos para aquel grupo de judíos pobres, era una “utopía” que se haría realidad
para remediar el dolor que padecían por la opresión del Imperio Romano y las
oligarquías propias que pactaban, en provecho propio, con estos. El reino de
Dios seria en la tierra, al igual que lo había sido el jardín del eden, del que
los hombres fuimos expulsados por nuestra soberbia.
Que
Jesús sea Dios o sea Hombre queda reservado a la Fe, que cada uno tenga la
dicha de poseer o no. Lo que sí sabemos es que el Jesús que conocemos era un
judío pobre, hijo de un carpintero, que nació perseguido y su madre lo trajo al
mundo en un establo, que conoció el trabajo y la injusticia, que se cultivo en
el amor y la solidaridad. Que cuando hombre nos hablo que cuando observemos la
paja en ojo ajeno, primero veamos la biga en el propio; que proclamo bien
aventurados los pobres y los perseguidos por la justicia (o poder), que disputo
con quienes mercantizaban las enseñanzas de Dios, que sano al enfermo, que fue
solidario con los perseguidos por lo prejuicios, que supo dar oportunidad al
que manifestaba arrepentimiento y compartió el pan.
A
casi 2000 años de su prédica y de su sacrificio (dicho esto en el sentido
del esfuerzo que puso en su predica, tanto como en las motivaciones que lo
llevaron a la cruz) parece que sus palabras cayeron en saco roto o se
proclamaron desde los más rancio del poder, para conservar la injusticia y
promover la infelicidad, motivados estos, en el egoísmos del que no pueden
desprenderse.
Pero
no, Jesús nos dejó la clave para lograr la Justicia y la Felicidad, la
conversión a un Hombre Nuevo o la construcción de un Hombre Nuevo, que debe
tener como precepto principal, “Amaras a tu prójimo como a ti mismo” y si, es
verdad, para esto hay que desprenderse del egoísmo, de la comodidad de la auto
complacencia y cultivar la solidaridad y el amor por el otro y parece que
pidió, a los hombres (viejos), el mayor de los sacrificios que pueden dar y
llevamos 2000 años vagando por las tinieblas de la duda y buscando las excusas
que nos justifiquen en nuestro egoísmo. Pero también en estos casi dos milenios
existieron y existen grupos de humanos que cree que el Hombre Nuevo es posible
y que es el camino a la Justicia y la Felicidad, hombres y mujeres que
recorremos distintas vertientes, pero que debemos lograr confluir en el
torrente que se haga rio y alcance el mar de la Justicia y la Felicidad.
Felices
Pascuas!
Gabriel
Vázquez Mónico