jueves, 9 de junio de 2016

7 de junio Día del Periodista.



Seguramente junio de 1810 era tan frio como este, pero también, tan caldeado en lo político como lo es ahora. La revolución de mayo llevaba pocos días y era necesario que su vos supere las recovas del cabildo. Para esto, Mariano Moreno funda el 7 de junio “La Gaceta” y la Junta indica su fundación por decreto. El primer Congreso Nacional de Periodista realizado en 1938, en Córdoba establece esta fecha como día del periodista.
Desde “La Gaceta” se divulgaban los actos de gobierno de la Junta, los acontecimientos locales e internacionales y se divulgaba el ideario revolucionario: libertad, igualdad, fraternidad y libre comercio. El periodismo nacional nació “militante”.
Los periodistas, la sociedad y las empresas de prensa nos hemos pasado los últimos años discutiendo la legitimidad de este “genero” periodístico, podríamos aventurar. La discusión esconde bajo una pretensión de independiente, que se le exige al periodismo,  un rol que el periodismo no alcanza y no debe cumplir en nuestra república.
La caída del muro de Berlín y la consecuente declaración de la muerte de las ideologías, sumado a que los partidos populares de nuestro país, en los 90´, abandonaron la representación de los reclamos populares en pos de una globalización que todo solucionaba; puso “al periodismo” como multiplicador de esos reclamos sin representación. Pero no fue el periodismo ni los periodistas quienes asumieron esta representatividad. Los que tenían la capacidad de hacer esto y lo tomaron como una política de negocios, fueron las “empresas de prensa”. En este contexto, las cámaras salieron a las calles, la voz cruda de los protagonistas ocupo los medios audiovisuales, el periodismo de investigación, fue desde entonces la vedette y la edición la herramienta con que las empresas de prensa logran dar la ilusión de realidad y asumirse como “independientes”. Bajo este disfraz las empresas de prensa, presionan gobiernos, crean candidatos, extorsionan funcionarios, instalan “verdades” y sobre todo hacen grandes negocios para ellos mismos, a cambio de representar interés a los que el pueblo y la república poco le importan.
Cuando se discute el periodismo militante, tenga este el color que tenga, lo que se cuestiona es un periodismo de cara a la sociedad, que dice desde donde informa y que expresa sus simpatías. Porque; que la prensa asuma que informa desde un lugar, cual sea este, saca del centro de la escena, a ese falso “fiscal popular”, que se asume como la opinión pública, representa todas las voces y le da un poder desmesurado, a la prensa, sobre los verdaderos poderes de la republica.
La democracia necesita de un periodismo honesto, que exprese su subjetividad (porque está hecho por sujetos) de cara al pueblo; de un estado que garantice la pluralidad de voces y sobre todo de periodistas comprometidos con la verdad. Que un pueblo honestamente informado tomara sus decisiones practicando su soberanía con libertad. 

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