Seguramente junio de 1810 era tan frio como este, pero
también, tan caldeado en lo político como lo es ahora. La revolución de mayo
llevaba pocos días y era necesario que su vos supere las recovas del cabildo.
Para esto, Mariano Moreno funda el 7 de junio “La Gaceta” y la Junta indica su
fundación por decreto. El primer Congreso Nacional de Periodista realizado en
1938, en Córdoba establece esta fecha como día del periodista.
Desde “La Gaceta” se divulgaban los actos de gobierno de la
Junta, los acontecimientos locales e internacionales y se divulgaba el ideario
revolucionario: libertad, igualdad, fraternidad y libre comercio. El periodismo
nacional nació “militante”.
Los periodistas, la sociedad y las empresas de prensa nos
hemos pasado los últimos años discutiendo la legitimidad de este “genero” periodístico,
podríamos aventurar. La discusión esconde bajo una pretensión de independiente,
que se le exige al periodismo, un rol
que el periodismo no alcanza y no debe cumplir en nuestra república.
La caída del muro de Berlín y la consecuente declaración de
la muerte de las ideologías, sumado a que los partidos populares de nuestro
país, en los 90´, abandonaron la representación de los reclamos populares en
pos de una globalización que todo solucionaba; puso “al periodismo” como
multiplicador de esos reclamos sin representación. Pero no fue el periodismo ni
los periodistas quienes asumieron esta representatividad. Los que tenían la
capacidad de hacer esto y lo tomaron como una política de negocios, fueron las “empresas
de prensa”. En este contexto, las cámaras salieron a las calles, la voz cruda
de los protagonistas ocupo los medios audiovisuales, el periodismo de
investigación, fue desde entonces la vedette y la edición la herramienta con
que las empresas de prensa logran dar la ilusión de realidad y asumirse como “independientes”.
Bajo este disfraz las empresas de prensa, presionan gobiernos, crean
candidatos, extorsionan funcionarios, instalan “verdades” y sobre todo hacen
grandes negocios para ellos mismos, a cambio de representar interés a los que
el pueblo y la república poco le importan.
Cuando se discute el periodismo militante, tenga este el
color que tenga, lo que se cuestiona es un periodismo de cara a la sociedad,
que dice desde donde informa y que expresa sus simpatías. Porque; que la prensa
asuma que informa desde un lugar, cual sea este, saca del centro de la escena,
a ese falso “fiscal popular”, que se asume como la opinión pública, representa
todas las voces y le da un poder desmesurado, a la prensa, sobre los verdaderos
poderes de la republica.
La democracia necesita de un periodismo honesto, que exprese
su subjetividad (porque está hecho por sujetos) de cara al pueblo; de un estado
que garantice la pluralidad de voces y sobre todo de periodistas comprometidos
con la verdad. Que un pueblo honestamente informado tomara sus decisiones
practicando su soberanía con libertad.
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