sábado, 5 de octubre de 2013

La punta de la lanza (de tacuara) el vástago y quien la sostiene.

La punta de la lanza (de tacuara) el vástago y quien la sostiene.
Una aproximación estratégica.


Los que entendemos que el futuro de nuestro pueblo está en construir la fuerza político-social que sea capaz de concretar un proceso transformador (revolucionario) que corone 200 años de luchas por la emancipación política, económica y social de nuestro pueblo,  debemos reflexionar sobre nuestra arma de lucha histórica, que tantas batallas a vencido en nuestra primera independencia y que por tanto coraje supo ser sostenida, en nuestra lucha por el modelo político de nuestra nación en el siglo XIX.  La tacuara (o lanza) 
En la tacuara en lucha podemos distinguir tres elementos: la punta, el vástago, y quien los empuña. El vástago es la parte fundamental de esta arma, es lo que la diferencia de ser un cuchillo, porque tanto la lanza como el cuchillo hieren o matan  y ambas deben ser empuñadas por alguien. El vástago o vara también es un arma, pero sin punta es mucho menos efectiva, tanto como la punta (cuchillo) sin vara. Pero ambas son solo un objeto inerte sino existe quien las empuñe.
A esta altura podemos asegurar que una tacuara es mucho más efectiva que un cuchillo, pues nos da letalidad como el cuchillo, pero mucha más seguridad y efectividad a quien la empuña, por la distancia que nos ofrece la vara o vástago de nuestro enemigo. También ya podemos asegurar que punta, vara y quien la empuña es el arma, por separado estamos indefensos.  
Si tratamos de llevar esta descripción a un movimiento político, podemos encontrar tres sectores: La vanguardia (la punta) la dirigencia del movimiento (la vara) y el pueblo (quien la empuña).
La tacuara, el arma (la herramienta), registra constante tención intrínseca, la punta (vanguardia) ya es arma por sí sola y es la que produce los mayores daños al enemigo. Lo que le permite arrogarse la autoría de los triunfos sobre la vara, a la que puede acusar también de tener mucho menos importancia en la batalla y hasta cierta pasividad, dado que sola, su letalidad es mucho menor y esto la pone mucho más propensa a no enfrentarse.  La vara (o vástago) también ve con recelo a la punta porque si esta se mantiene junto a la vara, la misma no encuentra justificación para la inactividad.  Cuando la vara no avanza, la punta se ve tentada a asumirse cuchillo, y a convocar al pueblo a que lo empuñe directamente. El pueblo, quien empuña, responde a estas contradicciones en el arma (herramienta) con repliegue, la vara y la punta juntos le dan la seguridad al pueblo de tener una herramienta segura que le permite que la lucha se desarrolle a una distancia prudente del enemigo, esta seguridad la ofrece la vara. El pueblo, que se sabe débil, no acepta la tentación de la vanguardia (punta) por lo peligroso de una lucha a cuchillo, siempre opta por la vara que aunque menos letal que la punta, sigue siendo arma y le permite la defensa aunque menos sea, porque la vara (la dirigencia del movimiento no tiene razón de ser si no sirve al pueblo). El pueblo empuña el cuchillo cuando ya no existe vara, y esto se materializa cuando la sociedad está al borde de la disolución, la oligarquía se expresa en toda su brutalidad (y doblega a la dirigencia) o el imperialismo se muestra con propia tropa y bandera, es decir, cuando el pueblo ya no tiene que perder.
A la punta (vanguardia) que se encuentra en el extremo del vástago, le es simple, perder contacto con la temperatura popular, dado que su relación con este, lo hace a través de la vara, porque la vanguardia surge del ceno del movimiento como su expresión más radicalizada y su contacto con éste necesita del marco simbólico y el entramado político que sostiene la dirigencia. Aquí surge otra característica de la punta (vanguardia), que es, que por su propia naturaleza (la vanguardia no participa del movimiento desde la pertenecía popular, o de clase, sino llega a este desde una construcción intelectual, muy loable por supuesto) y por esto, tiene una distancia con el pueblo, que si no se ocupa a conciencia de disminuir la convierte en una patrulla perdida. Y por todo lo que hemos dicho antes, esto sucede cuando se separa de la vara y por consecuencia del pueblo. Porque por propia dialéctica, la relación fundamental de la punta es con la vara. Las puntas (vanguardias) suelen no poder salir de esta relación dialéctica con la vara (dirigencia del movimiento) y concentrar su accionar político en una falsa contradicción, vara contra punta, en la búsqueda de ocupar el lugar de la vara para convertir al movimiento en solo vanguardia. Cosa que nunca acontece, y si fuere así, lo único que se logrará, es dejar al pueblo con solo un cuchillo como arma, ante un enemigo que no se expresa de forma suficientemente clara, como para que el pueblo asuma el riesgo de avanzar de esta manera (no hay condiciones objetivas)
La materia del pueblo son hombres y mujeres, la materia de la vara es vegetal y la punta es de metal, es decir, por propia naturaleza  (o en otros términos: por la modificación que produce en sus conciencias los tres  diferentes roles (condiciones materiales de vida)) sus lugares en el movimiento no son intercambiables, es decir, una vanguardia no puede convertirse en dirigencia (manteniendo las características de vanguardia), porque mientras intente hacerlo asumirá el rol de quien pretende desplazar, con todos los vicios que a estos (antigua dirigencia) le eran criticado desde la vanguardia ,logrando de esta manera, dejar al pueblo solo con una vara para empuñar, sin punta (para avanzar) y una dirigencia que no fue superada, sino, desplazada y a vistas del pueblo, solo para ocupar sus lugares y disfrutar de los beneficios que estos tenian (poder), porque recordemos, que los roles no son intercambiables -y que el ser produce la conciencia- por lo tanto estos dirigentes tendrán otras caras y el mismo traje. Es el movimiento en su avance colectivo, quien logrará que cambien los trajes, aumentando los niveles de conciencia del pueblo en su conjunto,  logrando de esta manera, un avance conjunto del movimiento.  

A esta altura podríamos sostener que la herramienta que un pueblo necesita para avanzar camino a la liberación nacional y social, es la tacuara (o lanza) con su vara (dirigencia) y su punta (vanguardia) en una equilibrada tensión dialéctica que los mantenga unidos. Es verdad, hasta este momento no hemos hablado de la conducción ¿y donde la pondríamos en esta metáfora de la tacuara? La conducción sería la catalización de los deseos populares de dignidad que se expresan en una persona, es decir, el emergente de los niveles de conciencia del pueblo y quien desde ese mandato, empuña la tacuara, con su vástago (dirigencia) y su punta (vanguardia) en búsqueda de enfrentar las batallas (desafíos) que el pueblo está dispuesto a llevar adelante, y para esto es fundamental que el conductor pueda asirse a la tacuara y que esta tenga vástago y punta sólidamente unidas.


Entonces: el campo de batalla es la historia; el imperialismo y la oligarquía quienes defienden sus privilegios y el pueblo luchando por su dignidad con su arma, la tacuara.  

Gabriel Vázquez Mónico
Americano de Las Provincias Unidas del Rio de La Palata.