lunes, 8 de febrero de 2016

Peronismo: ave Fénix o carroña.
Un aporte al debate interno ineludible, que propone la hora.

Ante el debate necesario, esconder
la cabeza es favorecer a la reacción.  
El peronismo se encuentra en una de las encrucijadas más complejas de sus casi 71 años de vida. El 22 de Noviembre de 2015 en el primer ballotage de la historia argentina, el peronismo es vencido por primera vez en las urnas por una alianza puramente gorila y absolutamente liberal. No es poco el traspié peronista del año pasado si recordamos que en 1955 fue derrotado por una revolución  cívico militar apoyada por el imperio británico y los EEUU, en 1976 lo fue de la misma manera, en 1983 la derrota fue a manos de un partido nacional y de tradición popular y en 1999 la derrota electoral fue con una alianza que contenía dentro de si  importante sectores del peronismo. Esta es la primera vez que un proyecto Nacional y Popular es vencido en las urnas. Desde el golpe a Manuel Dorrego, hasta el 22 de noviembre (2016) los proyectos populares fueron desplazados del gobierno a boca de fusil.

La alianza cambiemos no solo se llevo el favor popular sino que lo hizo sin esconder su verdadero pensamiento e intenciones, el que contrapuso al del FPV, que expreso nítidamente la ideología  y doctrina peronista, lo expreso en todos sus detalles y sobre 12 años de avances en lo social, lo institucional, lo gremial, con recuperación de derechos y con la inclusión derechos nuevos. Este hecho único en los 70 años de historia peronista ponen al 22 de noviembre de 2015 en el lugar del peor fracaso electoral que el peronismo (y el campo nacional y popular) hayan tenido nunca.

Ante esta realidad, escuchamos a dirigentes y militante hablarnos de que el 49% de la población nos acompaño el 22 de noviembre, haciéndonos entender que la derrota no fue tanta y que el electorado esta casi dividido en mitades, esta es una verdad a medias.

Para encontrar los errores que nos hicieron poner a nuestro sujeto político, el pueblo, expuesto a los males del liberalismo, debemos buscar un debate profundo y sincero, para el cual este es mi aporte. Cuando digo errores o equivocaciones, lo expreso en el sentido de que, si no fue por nuestra propia responsabilidad que perdimos (y teniendo en cuenta las condiciones que antes exprese) no deberíamos plantearnos una autocrítica, sino la sepultura de nuestras banderas, la doctrina y las estructuras que tenemos en el movimiento.

Partiendo entonces de que hemos perdido, y no, de que nos han ganado planteo mi reflexión. Lo que hace de la autocrítica, que debemos tener, un ejercicio mucho más profundo y responsable.
El porcentaje que debemos tomar como resultado de la tarea política para la elección de 2015 son los del 25 de octubre, lo que nos pone en el 36% del electorado. Es esto, lo que refleja la alianza político y social que habíamos construido, el 49% del 22 de noviembre es el resultado de una alianza que espontáneamente construyo el pueblo creyendo en nuestros postulados, nuestros logros recientes, los resultados de nuestras políticas, nuestra historia y lo evidente que se torno la dicotomía entre los dos modelos de país que atravesaron nuestras 200 años de historia. Pero nuestros errores en la construcción de la alianza política y social para los comicios de 2015 nos hicieron pasar del 55%, obtenido en primera vuelta, en 2011 a 2015 con casi 20% de las voluntades populares menos. Hago hincapié en la construcción, porque desde la gestión se había llegado a todos los sectores necesarios, con medidas transformadoras como para no ser castigados por ineptitudes en el ejercicio de gobierno. Exceptuando de esto, el control de cambios inevitable ante las encrucijadas económicas y el mantenimiento del mínimo no imponible, lo que fue casi un capricho.

Para el 22 de noviembre enfrentamos no solo a la alianza cambiemos, lo hicimos también a el aparato mediático en su conjunto, salvando pequeñas excepciones. Fueron demonizados nuestros candidatos, los opositores simularon nuestro discurso y nuestras ideas; y amplios sectores políticos populares miraron para otro lado o por lo bajo apoyaron a Cambiemos, pero de todas maneras logramos el 49%.
Si hubiésemos logrado representar, para el 25 de octubre, esa alianza espontanea que el pueblo construyo el 22 de noviembre, otros temas serían los de la agenda, pero no fue así. Llegamos a la elección (del 25) con parte del movimiento fuera de nuestro frente, con el movimiento obrero (columna vertebral en nuestra doctrina) dividido en cinco y parte participando en otros frentes electorales y con sectores propios heridos en una construcción política errática y hasta a veces sectaria.  Es desde aquí y sabiendo que el pueblo, a pesar de todo esto, le dio a Daniel Scioli el 49% (siendo el único que puede adjudicárselos) es que planteo que perdimos y que no nos ganaron.

Los peronistas bonaerenses tenemos aún mas para preocuparnos, perdimos en la provincia de Perón, corazón de nuestra base política y social. No supimos resolver nuestras candidaturas, primo el personalismo egoísta, los intereses o las aspiraciones personales. Realidad que nos llevo a resolver estas falencias en internas abiertas (a lo liberales) con un resultado fratricida. Es en la provincia de Buenos Aires donde se expresaron nítidamente las fracturas en el movimiento que debemos reparar.
Construir en lo político, con vocación de mayoría, la alianza que el pueblo nos mostró espontáneamente en el ballotage es la tarea, sumado esto a la ampliación de la base social (interpretando las nuevas demandas) con el aporte de la sinergia que produce la acción política amplia y solidaria. Apoyados en los liderazgos emergentes de la última contienda electoral y siempre en la búsqueda de la Justicia Social y el desarrollo, recuperaremos nuestro caudal electoral.
La tarea que tenemos los peronistas hoy, es reorganizarnos como partido, reconstruir nuestro movimiento y la alianza político y social que nuestras banderas históricas representa y nuestra doctrina dignifica. Es en la responsabilidad como militantes donde nos tenemos que apoyar, es en las enseñanzas de Perón y Evita en las que tenemos que buscar respuestas y sobre todo es escuchando a nuestro pueblo sobre lo que tenemos que avanzar. Debemos ser amplios y sin prejuicios que nos lleven al sectarismo, ya no lo dijo el General Perón:el movimiento se defiende por sí, porque los movimientos o los partidos políticos o las organizaciones institucionales que no tienen sus autodefensas desaparecen como habría desaparecido el hombre. Por eso la conducción de un movimiento político hace pensar en la necesidad de dar absoluta libertad. Hay que tener en cuenta que cuando aparece un hombre de nuestro movimiento que lucha contra otro hombre de nuestro movimiento puede ser lo que dice Mao, que se haya pasado al bando contrario. Pero generalmente defiende un interés, no un ideal porque el que defiende un ideal no puede tener controversias con otro que defiende el mismo ideal… pero el peronista debe darse cuenta que cualquiera sean sus intereses no pueden estar sobre el ideal que todos defendemos y por el cual todos debemos luchar. ”

Hemos sido artífices de 12 años de avances populares: de más soberanía política, de más independencia económica y de más justicia social. Sacamos, con la conducción de Néstor Kirchner, a la Patria del infierno y con Cristina entramos en la senda del desarrollo, pero hubo errores que nos trajeron a esta coyuntura. Hoy debemos darnos un debate amplio y sincero, sino queremos ser cadáver del que todos los sectores políticos vengan a carroñar nuestra caudal electoral y nuestra representatividad simbólica, parados sobre nuestras debilidades y envalentonados con nuestras luchas intestinas. Es en la reconstrucción del movimiento y la búsqueda responsable y efectiva de la unidad de este, desde donde podremos renacer como en el mito del ave Fénix que arde en su nido para renacer de sus propias cenizas, dándose una nueva vida desde su verdadera esencia.


Gabriel Vázquez Mónico
Militante Peronista, San Miguel Buenos Aires.