sábado, 19 de abril de 2014

El galileo rebelde y la llegada del hombre nuevo.

Hace algo menos de 2000 años, un pequeño grupo de judíos pobres proclamaba que Dios se había hecho hombre, que con este acto de máxima humildad anunciaba la llegada del reino de los cielos, el fin de la injusticia y el tiempo de la felicidad. El camino era la conversión a un Hombre Nuevo, que guiado por las enseñanzas de Jesús lograría el final de la injusticia y obtendría la felicidad.
Podríamos decir que Jesús no era Dios y que por eso llevamos mas de 2000 años en una lucha fratricida que solo nos aleja de la justicia y la felicidad, también algunos dirán que el mal también existe y que de aquí surge nuestro infortunio. Los peores, los hipócritas, dirán que esta vida es una prueba para lograr la próxima y nos tocó para sobrellevarla.
La verdad que el reino de los cielos en la tierra, con justicia y felicidad, era próximos para aquel grupo de judíos pobres, era una “utopía” que se haría realidad para remediar el dolor que padecían por la opresión del Imperio Romano y las oligarquías propias que pactaban, en provecho propio, con estos. El reino de Dios seria en la tierra, al igual que lo había sido el jardín del eden, del que los hombres fuimos expulsados por nuestra soberbia.
Que Jesús sea Dios o sea Hombre queda reservado a la Fe, que cada uno tenga la dicha de poseer o no. Lo que sí sabemos es que el Jesús que conocemos era un judío pobre, hijo de un carpintero, que nació perseguido y su madre lo trajo al mundo en un establo, que conoció el trabajo y la injusticia, que se cultivo en el amor y la solidaridad. Que cuando hombre nos hablo que cuando observemos la paja en ojo ajeno, primero veamos la biga en el propio; que proclamo bien aventurados los pobres y los perseguidos por la justicia (o poder), que disputo con quienes mercantizaban las enseñanzas de Dios, que sano al enfermo, que fue solidario con los perseguidos por lo prejuicios, que supo dar oportunidad al que manifestaba arrepentimiento y compartió el pan.
A casi 2000 años de su prédica y de su  sacrificio (dicho esto en el sentido del esfuerzo que puso en su predica, tanto como en las motivaciones que lo llevaron a la cruz) parece que sus palabras cayeron en saco roto o se proclamaron desde los más rancio del poder, para conservar la injusticia y promover la infelicidad, motivados estos, en el egoísmos del que no pueden desprenderse.
Pero no, Jesús nos dejó la clave para lograr la Justicia y la Felicidad, la conversión a un Hombre Nuevo o la construcción de un Hombre Nuevo, que debe tener como precepto principal, “Amaras a tu prójimo como a ti mismo” y si, es verdad, para esto hay que desprenderse del egoísmo, de la comodidad de la auto complacencia y cultivar la solidaridad y el amor por el otro y parece que pidió, a los hombres (viejos), el mayor de los sacrificios que pueden dar y llevamos 2000 años vagando por las tinieblas de la duda y buscando las excusas que nos justifiquen en nuestro egoísmo. Pero también en estos casi dos milenios existieron y existen grupos de humanos que cree que el Hombre Nuevo es posible y que es el camino a la Justicia y la Felicidad, hombres y mujeres que recorremos distintas vertientes, pero que debemos lograr confluir en el torrente que se haga rio y alcance el mar de la Justicia y la Felicidad.
Felices Pascuas!

Gabriel Vázquez Mónico